Joseph Beuys: 100 años después es el título de la muestra que desde finales de agosto y hasta el próximo 24 de septiembre presentará el peruano Laboraleatorio de Miraflores. Curada por el cubano Daniel G. Alfonso, la exposición reúne siete artistas que buscan homenajear el centenario del gran iconoclasta alemán, su pensamiento y, especialmente, su actitud frente al arte y a la vida.
Desarrollada por la plataforma BLOC Art, Joseph Beuys: 100 años después contiene piezas que transitan desde la pintura a la instalación y de la performance al ready-made y el video. Seis creadores del país sudamericano y un cubano conforman la nómina: Willy Medrano, Verónica Penagos, Miguel Lescano, Issy Barsallo, Angie Bonino, Kevin de la O y Alejandro Alexis.
Willy Medrano alude al sentido espiritual de la obra de Beuys con una especie de cruz cubierta con avisos de defunciones; Kevin de la O destaca en su pintura la figura de la liebre; Issy Barsallo tiene un Huellario, que es un homenaje a esos objetos encontrados que predominan en las instalaciones de Beuys. Y de Alejandro Alexis es La mesa de los olvidados, donde el público podrá servirse y tomar café. Por su parte, a Verónica Penagos se debe una performance en video, un ritual frente al mar limeño como un ejercicio de curación.
“En estos tiempos –comenta el curador Alfonso– nos damos cuenta de que el arte, como lo proponía Beuys, no puede quedarse en un espacio cerrado, sino tiene que salir a la calle. Ser una especie de sanación frente a este momento tan complejo que estamos viviendo debido a la pandemia”.
Beuys, en los sesenta, fue uno de los abanderados del movimiento Fluxus, con artistas tan icónicos como George Maciunas, John Cage, Yoko Ono y Nam June Paik. Después se alejó del grupo, cuando ese se institucionalizó, y abrazó la causa ecológica del movimiento verde. Su último gran proyecto lo ejecutó en 1982, en la Documenta VII de Kassel, cuando se propuso plantar 7000 robles: puso el primero de ellos frente al Museo Fridericianum. La vida no le alcanzó para cumplir su objetivo. El último árbol se plantó en 1987, un año después de su muerte.
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