Ricardo Rodríguez
Los antecedentes inmediatos de El pesar de las cosas se ubican en una serie de registros audiovisuales que hice en el año 2016, cuando estuve haciendo el equipaje para entrar y salir de Francia en varias oportunidades, porque estuve dando vueltas por varias regiones de ese país. Está también el registro de un performance que llevé a cabo en el lago de Anzi. Allí cuentan la historia que los emigrantes españoles iban a llorar al lago porque supuestamente les recordaba al que tenían en España. Esa acción consistió en recoger agua del lago, simbolizando las gotas de los propios emigrantes, y echármela sobre el cuerpo, evocando o rindiendo homenaje a toda esa vida de desarraigo, de nostalgia, que ellos han llevado. También hay otro performance que hice en Madrid en el que me puse a girar contrario a las manecillas del reloj, como virando el tiempo atrás, frente a la casa donde vivió José Martí, en Desengaño No.10. Fue muy impresionante ir caminando por la ciudad y desembocar de pronto en esa calle específica, para descubrir que allí había vivido por un tiempo Martí… En fin, todo trata sobre las cosas imprevisibles y el pesar que trae la experiencia del viaje.
“Traje este performance al Malecón habanero, donde habitualmente se colocan instalaciones o esculturas durante la Bienal, porque el intercambio con el público siempre es para mí especial. Es bastante gratificante que la gente pase y me vea en movimiento, que algunos me griten, se asombren, y otros traten de entender, o entiendan, lo que hago… El performance te da la posibilidad de trabajar con el público, tener con él una interacción inmediata y muy sincera.”