Factoría Habana ha reabierto sus puertas al público con la exposición Orìkí. Canción de alabanza, del artista Santiago Rodríguez Olazábal (La Habana, 1955). Con curaduría de la española Concha Fontenla, directora de la institución, la muestra se suma al programa de la Experiencia 2 de la 14 Bienal de La Habana.
“Es una canción de alabanza a todo, hasta a la muerte porque también hay que alabarla. Eso ha sido una constante en mi obra. Cuando Ud. hace una oración o un suyere a una deidad, a un ancestro, Ud. está haciendo una alabanza a esa energía y, precisamente, la exposición dialoga con ese concepto”, ha afirmado el artista. Y también, que en su obra se percibe “el hombre como eje central de mi universo y del universo en el cual vivimos en este planeta Tierra”.
La muestra, desplegada por los diferentes niveles del inmueble de Factoría Habana, cuenta con piezas de los últimos cuatro años: realizadas sobre tela, cartón, arpillera y materiales diversos. Conforman un coherente conjunto de dibujos, pinturas e instalaciones.
El artista ha comentado además: “El tema es el mismo que siempre he tocado: la santería. O sea, el tema religioso, la santería cubana, la religión Ifa Orisha, abordado de la manera en que siempre lo hago. Sigue la línea del dibujo que es la herramienta que empleo para expresarme, para trabajar, para comunicarme conmigo mismo y con los demás. Hay color, hay objetos incorporados. Bueno, como en todas las obras mías”.
Hasta el próximo mes de marzo puede visitarse Orìkí. Canción de alabanza en Factoría Habana. A la vez, en Galería La Acacia, se exhibe hasta febrero otra suya: La fuerza del tiempo, una exposición que, incluso, “puede considerarse un recuento de su carrera. Lo aprendido hasta hoy y todo lo que aún le queda por aprender”.
Sobre el trabajo de este creador son las siguientes líneas, de Lázara Castellanos, en un monográfico sobre su arte (1981-2004): “La obra de Olazábal se eleva agónicamente contra un hedonismo autocomplaciente para promover una imagen diferente, que incluye el flujo y reflujo de diversas tendencias y contrarresta la univocidad y linealidad del discurso moderno. Echando mano a diversas técnicas, transitando por encima o por debajo de los cercos estilísticos, empujando con todas sus fuerzas desde los márgenes hacia el centro, construye sus obras como fisuras en tiempo y espacio, en un diálogo permanente con los seres que ocupan su pensamiento y le dan la energía necesaria para regodearse en su diferencia”.
Isabel M. Pérez Pérez
Con información de Cubarte y Génesis Galerías de Arte