El arquitecto italiano Vittorio Garatti ha hecho pública la designación de sus colegas cubanos José A. Choy y Julia León como albaceas artísticos de las escuelas de Música y Ballet, que diseñara en 1960 como parte del conjunto conocido como Escuelas de Arte de La Habana. La nominación fue realizada a través de una misiva fechada el pasado 16 de diciembre de 2020 y dirigida a los titulares de tal encomienda, en la cual figuran también otros destinatarios: Alpidio Alonso, Ministro de Cultura; Alexis Seijo, Rector del Instituto Superior de Arte; Luis Morlote, presidente de la UNEAC; la Oficina del Historiador de la Ciudad, La Habana; la profesora Serena Maffioletti, del Archivio Progetti.
A propósito de la carta, el arquitecto Universo García compartió en el chat de la sección de Arquitectura de la UNEAC el beneplácito de Julia y Choy con tal privilegio, al afirmar: “Recibimos doblemente emocionados esta encomienda. Primero, porque es un gran honor que nos hace Garatti en lo personal; y en segundo lugar, más que por esa circunstancia pasajera, porque lo recibimos en nombre de Cuba y de su cultura”. El dueto ha agregado también: “Esperamos de ustedes todo el apoyo moral y material para cumplir esta trascendental y hermosa tarea”.
En su mensaje, Garatti señala igualmente un conjunto de personas/instituciones que le gustaría que se involucraran en cualquier eventual acción a emprenderse en el futuro. Inclusive, otras, cuya participación preferiría evitar.
A solo seis años de llegar a su centenario, Vittorio Garatti finaliza dicho mensaje epistolar con la confianza de que se respete el proyecto originario. Y también “el espíritu revolucionario de Fidel Castro para la alegría y el valor del arte de Cuba y de los pueblos del Tercer Mundo”.
Construidas en los terrenos del Country Club, en el barrio de Cubanacán ubicado al oeste de la capital, la iniciativa partió de Fidel Castro y Che Guevara, quienes vieron en ese proyecto de masificación de la enseñanza gratuita del arte, la matriz generadora para concretar los ideales de justicia social e igualdad de posibilidades, que se enarbolaba tras la gesta de 1959. En solo dos meses Ricardo Porro había concebido las escuelas de Artes Plásticas y Danza; Vittorio Garatti, las de Música y Ballet; Roberto Gottardi, la de Teatro.
Manifiesto edilicio de la visión radical y utópica de la Revolución, las cinco edificaciones compartían un enfoque similar en cuanto al material y la estructura, aunque cada una presentaba una interpretación diferente del sitio, las funciones y la impronta de cada autor. Como generalidad consiguieron integrar las escuelas con el variado y salvaje paisaje circundante, utilizaron mayormente ladrillos y tejas de terracota de producción local y emplearon la bóveda catalana como elemento arquitectónico dominante.
Tras la crisis de los misiles de 1962, las precarias condiciones materiales junto a un cambio en las concepciones estéticas de un sector de la institucionalidad, impusieron la ralentización o parada total de las obras. A pesar del impulso y el reconocimiento que los edificios adquirieron a inicios del presente siglo, hoy solo se han recuperado las escuelas diseñadas por Ricardo Porro. También se desvanecieron y malograron los intentos recientes para crear alianzas con grandes firmas de arquitectos internacionales para acometer tales empeños.
La Escuela de Música, diseñada por Garatti, es una estructura serpenteante de 330 metros, que sigue el contorno del río Quibú. Se complementa con espacios abovedados y dos grandes salas de prácticas y conciertos. Por su parte, la Escuela de Ballet, se configura a partir de un grupo de pabellones abovedados, cubiertos de terracota, entre los que se entrelazan caminos para fomentar los encuentros fortuitos dentro del complejo.
Especial para Artcrónica
Información cortesía José A. Choy
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