Volver a mi salsa… Conversación con Andrés Isaac Santana
Andrés Isaac Santana, crítico de arte cubano radicado en España, con una amplia labor ensayística y curatorial, regresó a Cuba para participar en la XIII Bienal de La Habana, en calidad de curador de uno de los proyectos (Detrás del muro). Artcrónica sostuvo una conversación amena con este destacado intelectual e indagó en las motivaciones y detalles de su participación en el evento.
David Mateo: Andrés, vienes al frente de un grupo representativo de artistas para participar en Detrás del muro. ¿Cómo es que ellos se involucran en esta experiencia de intervención? ¿Has podido ver otras exposiciones? ¿Puedes ofrecernos alguna valoración anticipada?
Andrés Isaac Santana: Como tú sabes, emigré hace casi veinte años hacia España. Estuve hace muy poco en la isla con una exposición y a partir de ahí fue que se articuló la idea de volver con un nuevo proyecto para la Bienal de La Habana. No podría emitir ahora mismo un juicio de valor completo sobre esta edición XIII porque he visto muy poco hasta el momento de esta entrevista; aunque pienso publicar mis criterios más adelante tomando distancia, porque ahora estoy involucrado como curador… Sabes que toda la maniobra de sacar obras de aduana, negociar, pactar, volver a pactar, lleva mucho esfuerzo, y ha sido muy compleja en esta oportunidad. He venido con 4 proyectos: el de Montserrat Mesalles, artista de Costa Rica, el de Aimée Joaristi, artista cubana residente en Costa Rica, y el de los artistas españoles José Manuel Ciria y Alfredo Bikondoa. La idea era traerlos a participar en el proyecto Detrás del muro, que ya este año se incorpora como parte del programa oficial de la Bienal y no como había sido anteriormente, una propuesta colateral. Esa fue la motivación esencial de venir.
Luego, en el proceso de preparar todo el envío, se me ocurrió que, si iba a estar en Cuba, si iba a volver a mi salsa, debía aprovechar la oportunidad para traer un libro mío. Entonces me puse a realizar una selección de ensayos escritos en los últimos 9 o 10 meses y propuse este libro que se llama Bohemian Rhapsody, que será presentado en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. El libro también incluye la poesía de tres grandes poetas: Francisco Bribes, de España, que es el director de la New Mudejar de Madrid, Eduardo Herrera Boullosa que es médico cubano residente en Miami, y José Emilio Fernández, poeta residente también en Miami. Hay un texto capital, que es el análisis que hago de la obra de Montserrat Mesalles y cómo se articula toda la poética de ella a partir de la recuperación de residuos industriales. Hay una mirada hacia el trabajo de Alfredo Bikondoa y una segmentación de tres áreas o ámbitos de actuación de su trabajo. Creo que hasta este momento ningún crítico había hecho esa disección del trabajo de él, o había propuesto esa nomenclatura, esa taxonomía. También hay una mirada a la obra fotográfica de Aimeé Joaristi, que es una creadora poco conocida pero una adicta a la captura de la imagen. Incorporé también un ensayo que tiene que ver con la idea de la copia, del plagio en el arte contemporáneo, el rescate y la apropiación de imágenes, o la expoliación de los imaginarios desde el otro, a partir de una denuncia de un artista español al León de oro de la Bienal de Venecia del año pasado… O sea, es un libro de lectura esencialmente crítica, miradas críticas a la producción artística contemporánea.
DM: ¿Se quedarán algunos ejemplares en Cuba para la consulta?
AIS: Por supuesto, entregaré ejemplares en el Centro Wifredo Lam, en la Biblioteca Nacional, en la Facultad de Ares y Letras de la Universidad de La Habana, y en Casa de las Américas.
DM: Has realizado una labor sistemática, intensiva, con la obra de uno de los artistas que te acompaña a La Habana: Amiée Joriste. ¿Cuál fue la motivación para llevar a cabo este trabajo?
AIS: Conocí a Aimée cuando era una pintora esencialmente abstracta. Sin embargo, esa abstracción se ha convertido en un mecanismo discursivo que apunta hacia problemáticas sociales. Aunque siga siendo una pintora abstracta, su trabajo se está vinculando cada vez más a otros soportes, lenguajes y maneras de hacer. Por ejemplo, hicimos el proyecto Guerra continua, en la última edición de la Feria Arco Madrid, en el Programa Arco Vip. También Manifiesto público que es un acto evidentemente reivindicativo de la posición de una mujer o del feminizar una ciudad o un contexto cultural regido por la prominencia del falo, donde evidentemente ya no está la pintura sino un objeto que se activa en calidad interpelante dentro del ámbito urbano. Hicimos además la exposición bestial en Madrid titulada Tres cruces, en la que se hizo el recuento de un feminicidio, el asesinato de un grupo de mujeres en Costa Rica. Esa fue una muestra impecable, la puesta en escena de un dispositivo retórico muy potente.
Pero he realizado una labor estrecha con Alfredo Bikondoa, a quien conocí también como un pintor abstracto, aunque él si tiene una tradición del trabajo con el objeto. Sin embargo, hicimos la exposición Tomorrowland en Madrid, en el Programa Vip de Arco, que quedó espectacular. Esa fue una propuesta acerca de la casa como objeto, como espacio, como territorio de vida, y toda una crítica a las expropiaciones de las casas por parte de los bancos, fenómeno que produjo una enorme cantidad de suicidios, nunca antes vitos en la historia española o europea.
DM: Cuando te fuiste de Cuba tu trabajo como crítico de arte era conocido, tenías un lugar de reconocimiento en el contexto visual cubano. Sin embargo, eres uno de los primeros profesionales de tu generación que inicia una oleada de emigraciones, que ha alcanzado ya intensidades preocupantes… ¿Cómo se produjo tu inserción en el ámbito cultural europeo? ¿Fue fácil, rápida, o tensa, frustrante?
AIS: No fue nada fácil, fue todo eso que acabas de mencionar al final y mucho más… Fue bien duro. En realidad, yo no me fui con un crédito como el que ya tenían aquí Rufo Caballero y tú en esa etapa. El caso que yo veo paralelo al mío es el de Suset Sánchez. Los dos nos fuimos con un crédito de prestigio en la isla, pero nos costó mucho insertarnos en la institución arte dentro del contexto del otro. Ni siquiera creo que ahora esté instalado en esa institución. Siempre he sido un crítico autónomo, independiente. Todo mi trabajo lo hago partiendo de mí mismo y no de una institución, pero sí tuve la suerte de insertarme en publicaciones importantes como Art Nexus, Arte al límite. He colaborado con muchas revistas en España y en Europa, y eso ha provocado que el discurso crítico, que mi voz, se siga instalando en los medios de comunicación. Antes de irme ya había hecho la primera tesis sobre el discurso Homoerótico en el arte cubano, que luego se publicó en Chile, después hice esa gran antología sobre textos críticos cubanos Nosotros los más infieles; luego vino Sin pudor y penetrados que es un libro también sobre arte contemporáneo. Más adelante vino Práctica del exceso. Arte o plagio; y ahora Bohemian Rhapsody. Es decir, he construido una carrera como crítico en base a libros publicados y en base a casi 500 ensayos introducidos en medios especializados. Pero sí que es difícil, es complejo, cuesta mucho, es muy desgarrador en muchos sentidos. Yo creo que en mi discurso crítico hay un componente afectivo, emotivo, que no abandono nunca, que justifica esa pulsión barroca de mi escritura, y que me conecta constantemente con el ámbito cubano. Hay como una especie de rara vocación ontológica, o una mirada hacia la ontología de lo que soy o lo que somos, que está en mi escritura constantemente.
DM: A partir de esa visión que tienes del arte cubano desde afuera, desde la perspectiva que te ofrece ese “palco” de visibilidad abierto, plural, ¿Cómo valoras la expectativa que hay ahora sobre el arte cubano?
AIS: Creo que efectivamente esa atención ha variado. Ya no es el arte cubano un pasaporte, como lo fue, digamos, en los años noventa. Cuando yo llegué a España, creo que entre el 2001 y 2002 se hicieron dos grandes exposiciones de arte cubano, una de ellas la hizo la empresa Telefónica y se llamó Atravesados. A partir de ahí ya no he visto ese interés desmedido, que de algún modo hubo hacia el arte cubano durante casi una década y media. Ni siquiera se ha posicionado un nuevo curador gurú como Gerardo Mosquera o Iván de la Nuez. Sí han existido algunas exposiciones importantes. Por ejemplo, el mismo Iván de la Nuez hizo una exposición colectiva extraordinaria sobre fotografía cubana en el Artium de Vitoria. La verdad es que me impactó esa muestra. La lectura que hizo de la visualidad cubana a través de la fotografía fue epatante. Sin embargo, yo no creo que haya ahora mismo esa gran expectativa que hubo hace algunos años, aunque si sigue siendo Cuba, y lo cubano, una marca de interés.
David Mateo