Por estos días Elio Rodríguez, El Macho, ha encontrado un nuevo tipo de divertimento. Buscando amoldar su rutina de trabajo en tantos días de confinamiento, y de acuerdo a las disponibilidades de materiales con que contaba en su Estudio en Elche, ha ensayado un grupo de piezas de mediano y pequeño formato: proyectos, dibujos, lienzos, pequeñas esculturas blandas… y mascarillas.
Concebidas como una opción posible si se hiciera perentorio salir a la calle, el artista ha diseñado algunas mascarillas o nasobucos, siguiendo las estrategias de sus esculturas suaves y retomando el uso del satín. “El confinamiento me pilló con ganas de trabajar en obras de pequeño formato que me permitieran jugar, y alejarme un poco de los últimos trabajos, más enfocados a los grandes formatos”, ha afirmado El Macho para el canal de YouTube del proyecto Without Masks.
Se trata de proyectos inconclusos o, directamente, de ideas nuevas que encuentran circunstancias propiciatorias en estos días de poca actividad social. Afirma Elio, en el propio canal, que el “confinamiento me ha permitido pensar y ponerme a jugar, a divertirme… Son obras que muchas veces ni siquiera estoy pensando en exhibirlas y eso me abre la mente, sin la presión de un proyecto inmediato…”.
Echando mano de restos de tejidos que quedaban en el taller, las mascarillas –como muchas de sus piezas– parten de chistes o anécdotas divertidas que el artista se plantea: ¿qué le pasaría a una mascarilla si se contagiara? Una pregunta con respuesta muy simple: “Si la infección contaminara también a los objetos inanimados, a estos les saldrían protuberancias… A todo: a las mascarillas, los lienzos…”.
Y así se han revelado estas piezas que ahora Artcrónica comparte con sus lectores. Exquisitas, ambivalentes, provocadoras… Pletóricas de GOZOR, como el propio artista sugiere en el eslogan de su Macho Enterprice S.A.
Elio Rodríguez (La Habana, 1966) asegura que no ha sido complejo trabajar en este período de confinamiento por el COVID-19. De acuerdo a su lógica creativa habitual, una vez más se plantea interrogantes sobre el universo que lo rodea, y sobre sí mismo, articulando resortes y operando según las estrategias discursivas que han hecho de su trabajo uno de los más particulares del arte cubano de la pasada y presente centurias.
“No ha sido difícil hacer obras. Lo único difícil es trabajar solo con el material que tenía disponible, pero para ello ya tenía entrenamiento desde la época que vivía en Cuba: soy muy organizado a la hora de trabajar. Siempre guardo un poco de material por si algo pasa…”.
Especial para Artcrónica
Imágenes cortesía del artista
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