Siete artistas cubanos se han reunido en la Galería del Círculo cubano, enclavada en México DF, durante los meses de febrero y marzo. Bajo el título El charco y la curva han exhibido pinturas, dibujos, fotografías e instalaciones reunidas a partir de las posibles variables que ofrecen la abstracción representativa.
De acuerdo a la perspectiva curatorial, esta aproximación no se hace desde una concepción directa o convencional, sino a partir de los procesos, gestos creativos, intelectuales, físicos, que ella compulsa, y la incursión indagatoria, reflexiva sobre ellos. Así, mezclaron a sus quirófanos Ángel Ricardo Ríos, James Bonachea, Jenny Macías, Yanet Martínez, Marta María Pérez Bravo, Katiuska Saavedra y Ariel Orozco.
El curador de la muestra, Ariel Orozco, configura el proyecto partiendo de que “Marta María Pérez Bravo -reconocida fotógrafa que no se reconoce a sí misma como tal- presenta una obra en la que es menos evidente la parte simbólica y autobiográfica que suele acompañar a su producción” (…) mientras que Ángel Ricardo Ríos “relaciona el acto de pintar con lo corporal, lo físico y lo táctil, condensando un alto nivel de sensualidad que remite al disfrute de pintar con los dedos”.
Por su parte, “James Bonachea presenta Materia líquida , una pieza que no solo encaja perfectamente con el título de la exposición y la fluidez que explora, sino que también una relación con lo estático al plasmar casi como en una fotografía la vibración del grafito en movimiento” y Jenny Macías, con su detalle edificio Zaha Hadid en Brickell, “al montar la fotografía de cabeza nos ofrece en su lugar la imagen de una cara que te mira; un extraño que te observa y con el cual estableces una relación tan cercana como distante.”
La exposición también intenta explorar la arquitectura del espacio. Así, “Katiuska Saavedra, Ariel Orozco y Yanet Martínez trabajaron in situ explorando mediante pautas visuales un diálogo con el lugar.”
Katiuska Saavedra, en colaboración con Gabriela Garciandía, “abordan dos ventanas proponiendo dos cortinas: una creada con ropa femenina y otra con ropa masculina. Sin embargo, la dimensión de género y cuerpo se disuelve en la materialidad expresiva del díptico. Al descomponer las ropas en tiras de colores y colocarlas como cortinas, se alcanza un potencial más visual que simbólico en conexión con las otras obras de la exposición.” En adición, esta relación con los cuerpos y la descomposición también se denota en la serie fotográfica Pinturas ambulantes en la que Katiuska “plantea una abstracción cromática a partir de imágenes de pintura de uñas femeninas”.
En el lobby del edificio se encuentra un espacio arquitectónico congelado en el tiempo de los años 50, que sirvió de escenario para las obras in situ Apunte y Reflejos, ambas intervenciones de Ariel Orozco y Yanet Martínez. “… Yanet experimenta con el espacio escenográfico y, sin modificarlo, establece el mismo mecanismo que usa en la pintura pero esta vez con vino” mientras Ariel “…seduce el ambiente con perfume y anuncia el acto a punto de suceder deteniendo con la punta de un lápiz el peso de la tapa del piano”.
El charco y la curva próximamente itinerará por otros países y galerías.