El Museo Nacional de Bellas Artes acoge desde el jueves 30 de septiembre la exposición Memoria, de Lesbia Vent Dumois, Premio Nacional de Artes Plásticas 2019. La muestra con cerca de 40 piezas, es el resultado de la experimentación de la artista en el grabado, el dibujo, la pintura, la escultura con materiales no convencionales y técnicas mixtas.
La exposición ha sido organizada por el propio Museo en colaboración con el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, mientras que la curaduría corrió a cuatro manos entre la propia artista y Teresa Toranzo Castillo. El diseño museográfico se articula en dos espacios. En el primero de ellos se propone un acercamiento al mundo íntimo y profesional de la también Presidenta de la Asociación de Artistas Plásticos de la UNEAC; en el segundo, se despliegan obras de géneros diversos, fechadas entre 1960 y el 2020.
El concepto curatorial concede notoriedad a la manera en que Lesbia discurre sobre asuntos que merecen un llamado de atención. Lo femenino, por ejemplo, es tratado en imágenes o símbolos que reverencian a mujeres que han aportado a la humanidad desde plurales universos, como Isidora Duncan, Violeta Parra, Nahui Olin, Tina Modotti, Frida Kahlo, entre otras. Por otro lado, Memorias del 26 de julio en la Sierra (1960) sintetiza su preocupación por la historia y por el devenir de la Revolución cubana. Todo ello en armonía con otras poéticas que circundan lo cotidiano y que ponen en relieve la presencia de lo onírico, lo satírico, lo lúdico, así como la espontaneidad con que asumimos nuestro contexto habitual. Contemporánea y atractiva resulta la serie Sabores, donde frutas, modeladas como esculturas blandas, son una clara expresión de nuestra naturaleza tropical.
Al referirse a la artista, Miguel Barnet ha afirmado: “Lesbia se niega a lo efímero y le concede a todo lo que toca el don de la perpetuidad”. Tras visitar la muestra, no cabe dudas de que el ajetreo perpetuo de la praxis de su gestión cultural no ha supuesto un lastre a su pensamiento estético ni a su vocación creativa. Nuestra eterna Lesbia de todos los días se desplaza dinámica de un lugar a otro, inmersa en un aura de distinción e intrepidez. Conserva el donaire de las antiguas damas de indómito temple, paradigma de lo mejor de nuestra tradición nacional. Quizás por ello, hace poco afirmó que todavía precisa ver “en qué aspecto de la creación artística no he entrado. En qué aspecto –formal, técnico o intelectual– podría satisfacerme abrir una nueva faceta… una perspectiva inédita en mi desempeño que me resulte valedero hacerla vigente…”.
Memoria puede visitarse –hasta el mes de noviembre– en la Sala Transitoria del tercer piso del Museo Nacional de Bellas Artes (Edificio de Arte Cubano).
Isabel M. Pérez Pérez
Imágenes Daylene Rodríguez Moreno