Durante este mes de mayo el Museo Nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana arriba al treinta aniversario de su fundación. La institución ha buscado a lo largo de estos años visibilizar, consolidar y prestigiar este quehacer dentro del universo plástico nacional e internacional a través de un programa que incluye eventos, exposiciones, coleccionismo y muy especialmente el fomento de la relación con los creadores.
Encomiable la gestión del Museo en su búsqueda de actualización de los derroteros de la cerámica en el contexto de la contemporaneidad y su activismo en la generación de espacios de socialización dentro del quehacer cerámico en Cuba. Destacan, en este sentido, un importante número de muestras colectivas y personales, y especialmente la realización de la Bienal de Cerámica Amelia Peláez y la Bienal La Vasija.
A propósito de la fecha, y refiriéndose a la Colección permanente afirma su directora Surisday Reyes Martínez: “Una mirada panorámica permite apreciar la diversidad tipológica con piezas representativas en cuanto a resultado formal y proposición conceptual. Se han atesorado vasijas, murales, esculturas e instalaciones las cuales se exhiben a partir de una museología cronológica que define los momentos más importantes del decursar de esta manifestación”.
Sirva también este aniversario para recordar a Alejandro G. Alonso, quien desde 1985 estuvo ligado a la institución, primero como su vicedirector técnico y luego como director, en la sede del Castillo de la Real Fuerza. También Alejandro lideró –hasta su fallecimiento en 2017– la nueva sede en la Casa Aguilera de la Habana Vieja. Hombre de acción denodada que posicionó el Museo y la manifestación con una labor singular, persistente y heterodoxa.
Isabel M. Pérez Pérez