Es evidente que la presencia internacional de las artes plásticas cubanas se ha ampliado y diversificado en los últimos años. La gestión institucional y privada ha encontrado nuevos modos de contacto e inserción dentro de un circuito legitimador bastante cerrado y elitista. Coleccionistas, galeristas, promotores del arte, funcionarios, o sencillamente personas identificadas con la calidad y trascendencia de la producción visual de la isla, han realizado una importante contribución a este reposicionamiento global. Lo que ha ocurrido en la 58 edición de la Bienal de Venecia es una buena evidencia de ello. Es cierto que en ediciones anteriores el arte cubano y sus gestores han tenido un lugar importante dentro del certamen, respaldados por propuestas curatoriales representativas y sugerentes, pero en esta oportunidad la cifra de participantes ha crecido y ha impactado de manera notable en la atención y las expectativas del público asistente.
Hacia Europa viajaron en esta ocasión varios proyectos curatoriales. Esta el caso de la muestra oficial curada por la especialista Margarita Sánchez y en la que han estado involucrados Ariamna Contino, Alex Hernández y Alejandro Campins; Carlos Quintana presentó un número representativo de sus pinturas e instalaciones en el Palacio Loredan; Garaicoa estuvo presente en una muestra colectiva en la ciudad de Murano, y muy cerca de la sede principal de la Bienal de Venecia, en el Palacio Zenobio, se presentó una amplía exposición de arte cubano curada entre David Mateo y Suzette Rodríguez, quien además fungió como coordinadora y comisaria del proyecto. Esta es, al menos, la información que tenemos relacionada con los artistas cubanos que viven y trabajan actualmente en la isla.
Hace apenas unos días (el 6 de junio) se llevó a cabo precisamente la segunda inauguración del proyecto colectivo que acoge el Palacio Zenobio. La primera fue en el mes de mayo, y llevó por título Cuba: Identidad y diferencia. Se trata ahora de un muestrario renovado de obras pertenecientes a los 30 artistas que incluye el compendio general de la curaduría, pero esta vez bajo el denominativo de Cuba: horizontes de Utopía.
De exitosas pudieran calificarse hasta el momento las dos exhibiciones de arte cubano en el Palacio Zenobio. Han visitado la muestra una gran cantidad de público y en particular importantes especialistas y críticos que recorren los espacios oficiales o complementarios de la 58 Bienal de Venecia, quienes han ofrecido opiniones muy favorables acerca de la calidad de la nómina de artistas y las obras seleccionadas.
(Próximamente, en la sección El circuito, publicaremos un balance analítico sobre la presencia y el impacto de las artes visuales cubanas en la 58 Bienal de Venecia)