Reynerio Tamayo
Mientras la década del noventa penetraba en lo que pudiéramos llamar su madurez, y el ambiente cultural cubano perdía casi el asombro ante las citas, las mil y una maneras de apropiación y el sin dudas tropicalizado pastiche, era posible aún sorprenderse ante la provocadora exposición de Reinerio Tamayo (Granma, 1968) “Mitos, genios y leyendas”, que presentaba la refuncionalizada galería La Acacia, sobre todo por la magia que daba a los ojos placer semejante a ese regusto impreso en el paladar, tras el contrapunteo entre la sutil delicadeza de un mojito y el vigor expansivo del saoco.
